Abiertos/as a lo inesperado
Evaristo Villar
En medio de la convulsión geopolítica actual —marcada por el
ascenso de la ultraderecha, el debilitamiento de los Derechos
Humanos, el deterioro de los principios democráticos y la grave crisis
del Gobierno de Coalición— asistimos a una crisis que no es solo
política, sino profundamente ética, espiritual, antropológica. Como
advirtió Hannah Arendt, el totalitarismo, la corrupción en la
Democracia, no aparece de la nada, sino que germina allí donde el
individuo ha perdido el sentido de pertenencia y responsabilidad.
El mundo, nuestro mundo, desgarrado por desigualdades,
migraciones forzadas, desinformación y violencia, parece repetir
errores que creíamos superados.
Sin embargo, como afirma Cervantes por boca de Don Quijote, “hasta
la muerte, todo es vida”, recordándonos que incluso en la oscuridad
más densa hay posibilidad de que surja alguna luz.
El ser humano, desde los albores de la historia, ha vivido en
constante Éxodo, en movimiento hacia lo incierto, abierto —como
decía María Zambrano— a “lo insospechado”, a lo que aún no ha sido
dicho, pensado, ni experimentado. Esta apertura a lo que aún no es,
a lo que no controlamos, es la base de la esperanza.
Antonio Machado escribía: “Se hace camino al andar”. En esta hora
de sombras, su verso resuena como una llamada a la acción ética:
caminar, resistir, pensar. No resignarse. Simone Weil afirmaba que
“la atención pura es oración”, es decir, que la verdadera
transformación comienza cuando volvemos a mirar al otro no como
enemigo, sino como reflejo de nuestra humanidad. En esa mirada
ética está la semilla de lo político verdadero.
El papa Francisco, en su encíclica Fratelli tutti, nos exhortaba a
"soñar como una única humanidad", a salir de la lógica del
enfrentamiento para abrazar una cultura del encuentro. Afirma:
“Nadie se salva solo. […] O nos salvamos todos o no se salva nadie”
(FT, 137). Es una esperanza lúcida, no ingenua. Una esperanza que
nace no de la pasividad, sino de la compasión activa, del compromiso
con la justicia, del riesgo de amar en un mundo que a veces parece
haber olvidado el significado del amor.